A UNA FLOR INMENSA
Cae la rosa, cae atravesando el agua, lenta por el cristal de sombra en que su tallo ahoga; desciende imperceptible, clara, ingrávida, pura y las olas la cubren, la desnudan, la vuelven a su aroma, hácenla navegante por la savia que de la tierra nace y asciende temblorosa, desborda la ternura de su tacto en verde prisionero, y al fin revienta en flor como el esclavo que de noche sueña en una luz que rompa los orĂgenes de su sueño, como el desnudo ciervo, cuando la fuente brota, que moja con su vaho la corriente destrozando su imagen.